20 jun 2007

La ventana





A través de la ventana de mis ojos observo al mundo pasar, todos son pasajeros, todos son visitantes de la estación. Caminamos entre líneas, abordamos y descendemos de los trenes. A veces tenemos la oportunidad de tomar aliento y descansar un rato, podemos comer, ir al baño, o simplemente sonreír a otro pasajero que también decidió tomar un descanso.

Cada día veo personas nuevas subirse al amanecer al tren y a otras tantas que bajan en el ocaso y nunca vuelven a subir, se que estuvieron aquí porque veo sus asientos vacíos, muchos pasajeros amigos míos me cuentan que por fin encontraron el tren que los llevaría a una estación más allá de nuestro anden, personalmente me imagino esa estación con trenes de tres pisos, baños lujosos y esos carritos de pastelillos gratis.

He tenido la oportunidad de convivir con muchas personas, hombres y mujeres que sin distinción de clase social, aspecto racial, o ideología se han cruzado día con día en mi vagón. Cabe mencionar que algunos de ellos han dejado una huella en mí, sin importar el tiempo que convivimos.

De mis compañeros pasajeros, los que más me llaman la atención son los que viajan en pareja, al contrario de muchos que viajamos solos, ellos siempre están juntos. Se ve que son personas que disfrutan de su mutua compañía, y que aún más disfrutan del viaje no por el hecho de viajar, si no por el hecho de estar juntos.

He de confesar que yo también deseo viajar de esa forma, el sólo imaginar que cuando me sienta cansado pueda recostar la cabeza en alguien, y que ese alguien sonría cada vez que entramos en el vagón y esperamos que pasen quince minutos para que el tren salga, estas esperas no serían tan aburridas, y los viajes serían mas interesantes si tuviera alguien con quien ensoñar.

Creo que encontré a mi compañera de viaje, una chica que regularmente toma el mismo tren que yo un día por semana y viaja por un par de estaciones, a veces he tenido la oportunidad compartir el tren en otros días y horarios, pero siempre he tenido la fe, o la suerte, de encontrarla el día del señor. Siempre me sonríe, a veces me cuenta maravillosas historias, aunque me parecen muy interesantes, me pierdo en su exquisita mirada.

Es una chica especial, lo sé, muchos pasajeros la buscan y la atienden, por lo que me siento halagado cuando comparte el asiento conmigo aunque sea unos momentos, su compañía me complace, y a veces siento el ímpetu de pedirle que siempre tomemos el mismo tren, sin embargo siempre cayo, quizá algún día me anime, y que mejor que cuando lo haga me diga que si, por el momento solo disfrutaré viendo su reflejo por la ventana. La ventana de mis ojos.



Escrito después de haber bebido
1 negra modelo en el mondo café

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